El VIH es el virus de inmunodeficiencia humana y se caracteriza por provocar un deterioro progresivo de nuestro sistema inmunitario; es por esta razón por lo que la pregunta: “¿Cómo van tus defensas?” es habitual entre las personas que viven el VIH.
Hoy 1 de diciembre de 2013, día internacional de la lucha contra el VIH y el sida, esta pregunta resuena en un determinado contexto histórico de crisis política y financiera.
¿Qué tal van nuestras defensas ante un estado de bienestar que ha permitido en los tiempos de “bonanza” extender servicios (como ejemplos la ley de dependencia, la atención sanitaria a personas sin papeles…), pero que nunca los ha consolidado como derechos plenos? ¿Qué tal vamos de defensas ante un sistema financiero y político que lidera un cambio de modelo social, generando tanto sufrimiento y gobernando no para la ciudadanía, sino para el interés de los mercados y de una deuda financiera impagable?
La inevitabilidad, la sensación de que algo escapa a nuestro control, bien por desconocimiento de los factores de riesgo o por la imposibilidad de llevar a cabo las medidas preventivas en tantas enfermedades, contrasta con la experiencia del VIH, que devuelve el poder a las personas; hace de la evitación su esencia. Por ello, aumentamos nuestras defensas cuando naturalizamos el VIH y tomamos las medidas preventivas adecuadas para protegernos.
Un aumento de defensas cuando vivimos con VIH significa mejorarse y conseguir una mejor vida. O lo que es lo mismo: aumentar nuestra defensas puede ser un camino y una respuesta común en todos los niveles.
Aumentamos nuestras defensas y recuperamos el poder cuando luchamos por la retirada del último decreto en sanidad, que divide a la población en asegurada y no asegurada; o cuando nuestro cuerpo viste de verde para defender una educación que están desmantelando a ritmo vertiginoso.
Y también replicamos nuestras defensas cuando ponemos nuestro cuerpo como única herramienta ante la autoridad, para frenar un desahucio; o cuando luchamos para que el centro de salud de nuestro barrio no se quede sin su equipamiento para nuestra atención.
Y es que solamente promoviendo una medicina puesta al servicio de la salud y no al servicio de la empresa farmacéutica que expropia nuestros cuerpos; solamente desarrollando una gestión democrática real de los bienes y recursos comunes, solamente con vivienda, con una educación inclusiva y en libertad, y una apuesta por el cuidado. Sólo poniendo a las personas en el centro de la buena vida seremos también inmunes al VIH.
Ahora ya si quieres, te haces la prueba rápida, ese “mantra institucional” de los últimos tiempos que, tras desmantelar todas las demás defensas, es extendido como la máxima prioridad contra el VIH/sida. Una prueba rápida que merece la pena poner en su sitio, ya que en si misma no previene y podría validar las prácticas de riesgo si el resultado es negativo. Una prueba que sí da idea de la magnitud numérica de personas afectadas, pero no aclara nada sobre nuestras dificultades prácticas en la evitación de la transmisión.
Aumentamos nuestras defensas cuando todas las personas nos comportamos como personas seropositivas porque esta actitud previene, naturaliza el uso del preservativo y no deja solas a las personas afectadas, en una sexualidad responsable y libre.
Comisión Ciudadana Antisida de Aragón
1 de Diciembre de 2013
